Esta versión contemporánea de El Rey Lear, no solo presenta la tragedia de Shakespeare, sino que la expresa en las canciones que surgen de esta, para condensar las emociones de la tragedia en dos formas musicales.


Sinopsis

Uno de los grandes logros de la puesta en escena es permitir experimentar la tragedia desde una perspectiva que no está sustentada en la palabra, en el texto, sino en la música que genera imágenes y sentido, pues, como afirma el crítico de The Herald Scotland, esta compañía “nos recuerda que las palabras son botellas en las que vertemos nuestras emociones, pero que no las contienen completamente”.

Al significado del drama se llega por diferentes vías y esta obra expone algunas menos usuales, en particular la del diseño sonoro, que es su vehículo expresivo. Ubicados en un semicírculo en el escenario, que llega a ser también instrumento de la obra, los personajes no hablan entre sí, sino que se comunican a través del sonido armónico o disonante que requiere la situación. No son solo los parlamentos los que enfrentan al Rey Lear con Cordelia y tampoco es la acción concreta, precisa y física la que opone a las hermanas mayores con la menor: son las voces, el canto y la música las que evidencian el drama de un padre ciego que no es capaz de diferenciar entre el amor sincero de una de sus hijas y el interés ambicioso de las otras. Y esa situación está puesta en escena con la música y canciones que los compositores Acquaviva y Rychly presentan en dos géneros opuestos: el coral litúrgico europeo, cercano a la tradición cristiana oficial, que sirve para dar cuenta de la armonía anterior a la repartición del reino por Lear; y el canto en una lengua antigua de Egipto, el cóptico, lejano y herético, que simboliza la tragedia en el drama.