Exposición virtual Preámbulo para una justa memoria
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Ámbito genealógico
Cincelar la imagen del propio futuro
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Porcelana niño
» Fabricante desconocido, Japón 1945 ca.
» Cerámica policromada
» 11cm (altura), 3cm (diámetro)
Para Gaitán la política dejó de ser un ámbito público definido por la razón y la moral; las decisiones fundamentales de la vida pública las hacían los políticos de la época mediante conversaciones muy rituales, formales y privadas –en el Jockey Club o en el Gun Club– en las que trataron de reproducir en miniatura su deteriorado arte de la razón, de sacrificio moral y de compromiso. El ideal de Gaitán era un capitalismo desde abajo, una sociedad de individuos meritorios, de trabajo arduo y pequeña propiedad fundamentada en la familia. Sus argumentos eran tan sencillos que desarmaron a su oposición: la política tenía que ocuparse de lo mundano, de las necesidades diarias de la gente, porque el progreso yacía en las vidas privadas del pueblo. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

Intaglio
» Ana Milena Gómez
» Instalación, 2019
» Tela, papel y arcilla
Únicamente quien supiera contemplar su propio pasado como un producto de la coacción y la necesidad, sería capaz de sacarle para sí el mayor provecho en cualquier situación presente. Pues lo que no ha vivido es, en el mejor de los casos, comparable a una bella estatua que hubiera perdido todos sus miembros al ser transportada y ya sólo ofreciera ahora el valioso bloque en el que uno mismo habrá de cincelar la imagen de su propio futuro. [Walter Benjamin, “Calle de dirección única”. 1928]

Intaglio
» Ana Milena Gómez
» Instalación, 2019
» Tela, papel y arcilla
Únicamente quien supiera contemplar su propio pasado como un producto de la coacción y la necesidad, sería capaz de sacarle para sí el mayor provecho en cualquier situación presente. Pues lo que no ha vivido es, en el mejor de los casos, comparable a una bella estatua que hubiera perdido todos sus miembros al ser transportada y ya sólo ofreciera ahora el valioso bloque en el que uno mismo habrá de cincelar la imagen de su propio futuro. [Walter Benjamin, “Calle de dirección única”. 1928]

Intaglio
» Ana Milena Gómez
» Instalación, 2019
» Tela, papel y arcilla
Únicamente quien supiera contemplar su propio pasado como un producto de la coacción y la necesidad, sería capaz de sacarle para sí el mayor provecho en cualquier situación presente. Pues lo que no ha vivido es, en el mejor de los casos, comparable a una bella estatua que hubiera perdido todos sus miembros al ser transportada y ya sólo ofreciera ahora el valioso bloque en el que uno mismo habrá de cincelar la imagen de su propio futuro. [Walter Benjamin, “Calle de dirección única”. 1928]

Pour le petits (libro)
» Mme Camerlinck, 1941
» Papel
» 20cm X 13cm X 1cm
Después del grado en la Universidad de Roma (1927), Gaitán viajó a Europa y pasó unos meses en París. Allí hizo amistad con otros colombianos, entre los cuales estaba Alejandro Vallejo, un liberal que más tarde mencionaba cómo la tez morena y el comportamiento desenfadado de Gaitán lo hacían sobresalir entre los demás latinoamericanos. Visitó los museos y catedrales de Europa y adquirió un interés por el arte y la literatura. Regresó en 1928 de su viaje cargado de libros en varios idiomas y de grabados de estatuas del renacimiento italiano. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

O malogró su lecho la repentina escarcha
» Sandra Castro, 2019
» Maqueta de la sala principal de la casa de la familia Gaitán Jaramillo
» Cartón, plástico y arroz
Yo me puse a llorar como una bendita cuando retransmitieron el entierro [de Gaitán] por la Nueva Granada; eso como que estaba tuquio de gente. A mí me hubiera gustado atisbar por un rotico, cómo sería eso… No cabían las coronas. Los periódicos dijeron que había flores hasta pa’ tirar pa’ lo alto. La gentecita pobre dizque llevaba lo que tenía. Una viejecita se apareció con una taza de arroz, imagínese. Eso pa’ qué… [Albalucía Ángel, “Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón”. 1975]

O malogró su lecho la repentina escarcha
» Sandra Castro, 2019
» Maqueta de la sala principal de la casa de la familia Gaitán Jaramillo
» Cartón, plástico y arroz
Yo me puse a llorar como una bendita cuando retransmitieron el entierro [de Gaitán] por la Nueva Granada; eso como que estaba tuquio de gente. A mí me hubiera gustado atisbar por un rotico, cómo sería eso… No cabían las coronas. Los periódicos dijeron que había flores hasta pa’ tirar pa’ lo alto. La gentecita pobre dizque llevaba lo que tenía. Una viejecita se apareció con una taza de arroz, imagínese. Eso pa’ qué… [Albalucía Ángel, “Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón”. 1975]

O malogró su lecho la repentina escarcha
» Sandra Castro, 2019
» Maqueta de la sala principal de la casa de la familia Gaitán Jaramillo
» Cartón, plástico y arroz
Yo me puse a llorar como una bendita cuando retransmitieron el entierro [de Gaitán] por la Nueva Granada; eso como que estaba tuquio de gente. A mí me hubiera gustado atisbar por un rotico, cómo sería eso… No cabían las coronas. Los periódicos dijeron que había flores hasta pa’ tirar pa’ lo alto. La gentecita pobre dizque llevaba lo que tenía. Una viejecita se apareció con una taza de arroz, imagínese. Eso pa’ qué… [Albalucía Ángel, “Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón”. 1975]

O malogró su lecho la repentina escarcha
» Sandra Castro, 2019
» Maqueta de la sala principal de la casa de la familia Gaitán Jaramillo
» Cartón, plástico y arroz
Yo me puse a llorar como una bendita cuando retransmitieron el entierro [de Gaitán] por la Nueva Granada; eso como que estaba tuquio de gente. A mí me hubiera gustado atisbar por un rotico, cómo sería eso… No cabían las coronas. Los periódicos dijeron que había flores hasta pa’ tirar pa’ lo alto. La gentecita pobre dizque llevaba lo que tenía. Una viejecita se apareció con una taza de arroz, imagínese. Eso pa’ qué… [Albalucía Ángel, “Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón”. 1975]

Hoja de papel membreteada “Jorge Eliécer Gaitán”
» Fabricante desconocido, 1946 ca.
» Papel
» 21cm x 27cm
El domingo 30 de marzo de 1997, cuarenta y nueve años después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, apareció uno de los mejores periódicos en los hogares y en las calles el país, con un titular a cuatro columnas en primera plana sobre el alto costo en que incurren los matrimonios en Colombia cuando llegan al divorcio. En 1948, el encabezado habría suscitado consternación y asombro. De todos los políticos de aquella generación que nació cuando terminaba el siglo XIX y comenzaba el XX, Jorge Eliécer Gaitán es posiblemente el que menos se hubiera sorprendido con el encabezado, incluso sin haber sido testigo de los muchos cambios que han ocurrido en el país en la segunda mitad del siglo, cambios que llevan a este titular de prensa. A Gaitán quizás no le habría sorprendido del todo el titular porque en él se estaba haciendo referencia pública a una condición personal. A saber, ¿cuánto dinero, qué tanto del patrimonio privado, se están gastando los ciudadanos para solventar su penosa situación doméstica? Es entre lo público y lo privado que se va atravesando Jorge Eliécer Gaitán. El jefe liberal representa la idea de un país que no logra ser realmente un país, o sea, el conjunto de país político y país nacional, sino hasta cuando en él se atienda públicamente a la vida personal de la ciudadanía. Gaitán se ubica, históricamente, en el umbral de la modernidad. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

Caricatura
» Cayo, 1945 ca.
» 20cm X 25cm
En los años que antecedieron a la "Violencia", liberales y conservadores se habían trenzado en un intenso, apasionado y sectario duelo doctrinario. Ningún escenario escapó a la acción depredadora de la palabra y el verbo guerrero: plazas públicas, púlpitos, bares y cantinas, el Congreso de la República, pueblos y veredas, y claro, también los periódicos, que con sus editoriales y titulares de prensa estimulaban los odios partidistas y azuzaban las diferencias. No había prensa neutral ni objetiva, cada órgano actuaba en primer lugar en defensa del partido de sus preferencias; Alberto Lleras Camargo y Eduardo Santos "Calibán" reconocerían que desde los linotipos se le echaba leña al fuego de las discordias. Pues bien, uno de los instrumentos más utilizados por los diarios para agitar y propagar las imagenes críticas sobre el adversario, y las de autoestima, fue la caricatura política. [Dario Acevedo Carmona, “La caricatura como instrumento de la lucha política”. 1998]

Caricatura
» Cayo, 1945 ca.
» 20cm X 25cm
En la medida que fue ganado importancia como dirigente liberal, Gaitán se fue convirtiendo en fuente de inspiración de los dibujantes de El Siglo. Aparece recurrentemente desde 1945, cuando se coloca al frente de un movimiento popular en contravía de las directivas oficiales de su partido y se lanza a la contienda por la Presidencia de la República. Posteriormente, cuando consolidó su condición de jefe único y oficial de su partido, el tono de las caricaturas dio un giro radical. Las referencias son muy reiteradas y de un marcado ánimo destructivo durante el año 47 y el 48, hasta el momento de su asesinato. Las características del proceso de deconstrucción de la imagen de Gaitán muestran una mayor agresividad simbólica que la del caso Gómez. Su perfil físico es deformado y exagerado, sus dientes son pronunciados, su rostro es torbo y malicioso, es representado como un ser simiesco y goriloide; títere, agente o aliado del comunismo, es un fascista que promueve desordenes y lidera marchas con teas incendiarias, que tira piedras al gobierno y ataca a la Justicia. Es dibujado como un bandido armado de rulas, puñales, escopetas, revolver al cinto, fusiles, y tiene las manos untadas de sangre de las víctimas conservadoras de la violencia liberal. Aparece también asociado al comunismo internacional en varios cuadros, en los que figura acompañado de un oso (el oso ruso) o en tratativas con Stalin, con su cerebro destapado en el que hay osos, y alentando huelgas obreras de carácter subversivo. [Dario Acevedo Carmona, “La caricatura como instrumento de la lucha política”. 1998]

Tejo (disco metálico para el deporte del mismo nombre)
» Fabricante desconocido, 1929 ca.
» Metal fundido
» 4cm (altura), 9cm (diámetro)
Darío Samper, en un recorte que hace parte de los álbumes que heredé de mi madre, hace un perfil de mi padre que he considerado importante transcribir casi en su totalidad. Dice Darío Samper: “El niño tiene una infancia ingrata. Un poco triste y amarga como la de León Trotzky. Desde la escuela comienza a ver la desigualdad de los unos –los niños ricos, con sus vestidos nuevos– contra los otros –los niños pobres, con los zapatos rotos y deslustrados–. Después viene el colegio de segunda enseñanza y luego la universidad. Allí se acentúan más fuertemente los relieves de la desigualdad. Este es un muchacho pálido, fino de líneas, con ojos duros. Ya comienza a discutir y por eso le odian. Además, suele ir con otros libros y su aparente sabiduría les fastidia. No creen en él. Y esa es su primera lucha. En la casa siempre hay una mirada dulce de la madre que trabaja en una escuela de niños pobres. Es infatigable y tiene un alma afilada como los ojos del hijo. Cuando lo siente por la noche, en su desvelo sobre libros áridos y apenas en el silencio escucha la fatiga del hijo (esta fatiga que todas las madres comprenden), se da cuenta de la batalla y descubre todo ese mundo de pequeñas tragedias interiores que las mujeres intuyen por rastros apenas perceptibles. Luego vienen unos días de política, hay luchas de liberales y conservadores y el muchacho se lanza a la plaza pública y va de pueblo en pueblo dando conferencias. Tiene una voz metálica y emplea un lenguaje categórico. Casi nunca habla de otros más que de sus compañeros: los obreros. Porque ya el muchacho es un líder proletario. Quiere justicia social y le saltan las palabras del propio subconsciente, a través del recuerdo del niño triste y del colegial con pan escaso. No tiene propiamente amigos, y ya es lo que siempre habrá de ser a pesar de su popularidad a los treinta años: un solitario. Se le oye en los estrados de la justicia, y su arrogancia, su fe y sus afirmaciones ideológicas arrebatan a las multitudes. Los hombres ricos le miran con recelo y comienzan a temerle. Ahora su lengua es más áspera y un poco más amarga, pide la revolución y su figura se destaca en las tribunas, frente al pueblo con los brazos amenazantes y los ojos duros, como los del niño triste, como los del colegial pobre: ojos de metal, de cuchillo, de pica”. [Gloria Gaitán Jaramillo, “Bolívar tuvo un caballo blanco, mi papá un Buick…”. 1998]