Exposición virtual Preámbulo para una justa memoria
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Ámbito territorial
A las cosas hay que llamarlas por su nombre
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Busto de Abraham Lincoln
» Fabricante desconocido, 1920 ca.
» Metal fundido
» 12cm X 12cm X 19cm
La IX Conferencia Panamericana se celebró en la ciudad de Bogotá del 30 de marzo al 2 de mayo de 1948. El programa de la conferencia se puede sintetizar en un punto: se discutió la reorganización, consolidación y fortalecimiento del sistema interamericano a través de la creación de la Organización de Estados Americanos, de la firma de un tratado de solución pacífica de controversias, así como del establecimiento de acuerdos respecto a la regulación y el estado de varias organizaciones interamericanas.
Resulta difícil exagerar la importancia de la Conferencia para los políticos de la época. Tenía una significación especial en la mente de los conservadores. Gracias a ella se proponía rescatar a la ciudad del dominio de Gaitán y sus partidarios. Así, empezaron a prepararse para la Conferencia en cuanto llegaron al poder. Los problemas que se discutirían en la reunión de dignatarios extranjeros eran importantes, pero palidecían frente a la necesidad de exaltar el escenario público en Bogotá. Para Azula Barrera el evento venidero simbolizaba el regreso de Colombia al primer plano de la diplomacia continental, posición que se había perdido desde la muerte del Libertador Simón Bolívar. Pero para nadie era tan importante como para Laureano Gómez. Asumió un interés intenso, personal, en los preparativos tan pronto Ospina Pérez ganó las elecciones del 5 de mayo de 1946. La Conferencia Panamericana representaba la superimposición de una nueva vida pública internacional sobre una vida doméstica que había caído en la vulgaridad. Los conservadores no ahorraron gastos para redecorar el escenario público y para que ellos y la nación aparecieran respetablemente a los ojos de los dignatarios extranjeros. Se construyeron nuevos edificios y los viejos fueron restaurados y aseados. Se remodelaron hoteles. Se abrieron nuevas calles. El Capitolio fue reconstruido un año antes de la Conferencia, para que pudiera servir de sede a sus deliberaciones. Se importaron cuatro elegantes carros Mercedes-Benz. Se pidieron cuatro mil tazas de porcelana con el escudo de Colombia a la casa Vermeren-Coche en Bruselas, y se compraron tres mil piezas de cristal a la firma belga Val Saint Lambert. Uno de los proyectos predilectos de Gómez fue la construcción de un opulento restaurante y salón de baile, el Venado de Oro, en las colinas que dominan la ciudad. El jefe del liberalismo, Gaitán, fue el único político que no designaron para ninguna de las delegaciones a la Conferencia.

Medicina legal y psiquiatría forense (libro)
» Guillermo Uribe Cualla, 1944
» Papel
» 26cm X 19cm X 3cm
Cuando Gaitán inició sus estudios de Derecho, se encontró con que en todas las materias se enseñaban los conceptos de la escuela clásica. Esta escuela de pensamiento jurídico se había constituido en el siglo XVIII en Inglaterra con las ideas de Jeremy Bentham y en Italia bajo la influencia de Cesare Beccaria. Era una reacción contra los caprichos y a veces bárbaros castigos penales bajo las monarquías omnipotentes. Los clasicistas creían que la ética se basaba en un sistema deductivo de principios a priori aplicables universalmente. Su cometido era calificar las transgresiones morales y precisar su tratamiento. Gaitán rechazó instintivamente esas ideas. Tras la idea de que el hombre era una criatura aislada, racional, con libre albedrío y responsable solo ante sí mismo, percibía los rasgos complacientes del aristócrata que dejaba que el individuo desamparado se defendiera por sus propios medios, así como los del burgués que obligaba al obrero, al trabajador “libre” a percibir un salario incierto. Gaitán se sintió atraido por el positivismo jurídico en cuanto ingresó a la Universidad Nacional. El positivismo jurídico era una respuesta a las crecientes tasas de criminalidad dentro de las ciudades cada vez más complejas y densamente pobladas en la Europa del siglo XIX. Los positivistas sostenían que el cambio y las convulsiones sociales afectaban tanto la personalidad individual como la criminalidad colectiva. Por consiguiente, unas reformas sociales bien planeadas podrían reducir la delincuencia. Los positivistas desplazaron el énfasis del castigo a la prevención, del crimen al criminal, de los derechos individuales a la defensa de la sociedad. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

Casa en la que habitó Jorge Eliécer Gaitán y su familia desde el 22 de diciembre de 1933 hasta el día de su asesinato el 9 de abril de 1948
Poco antes de su nombramiento como alcalde de Bogotá (junio de 1936), Gaitán se casó con una bella mujer de las clases altas de Medellín. Adquirió una casa en el nuevo sector residencial de Bogotá. Tenía acciones en compañías importantes y una prestigiosa oficina de abogado, aunque allí atendiera primero a los pobres mientras les hacía esperar turno a los ricos. Compró una pequeña finca en tierra templada cerca de Bogotá. Acumuló una gran biblioteca con libros en varios idiomas y adornó su oficina con los cuadros que había traido de Roma. Las iniciativas del nuevo alcalde polarizaron de inmediato a la opinión pública. Nombró en altos cargos a tres tecnócratas con pocas conexiones políticas y solicitó la colaboración de quince conservadores. Se la negaron. Aunque consideraba a la ciudad toda como su público, se concentró en los cinco mil empleados municipales sobre los que tenía una influencia directa. Gaitán recorría de continuo barrios que jamas habían conocido a un alcalde. Iba a las casas de los pobres con pequeños regalos, “explicándoles las ventajas de una vida digna y decorosa”, como dice su biógrafo Osorio Lizarazo. Estableció un programa semanal de radio para explicar sus políticas e instaló un altoparlante en la Plaza de Bolivar. El alcalde organizó restaurantes escolares donde el municipio y organizaciones de caridad suministraban desayunos gratuitos y nutritivos. Gaitán se esforzó por incorporar a la vida urbana los barrios de la clase obrera. Llevó electricidad y alcantarillado a los barrios de las clases populares, pavimentó muchas de sus calles, e hizo llegar a ellos el transporte público. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

Pequeño Sísifo bogotano
» Daniel Alvarado García, 2019
» Instalación (zapatos, piedras, cordel)
Contra la social democracia que ha preferido asignar a la clase obrera el rol de redentora de las generaciones futuras, Benjamin recuerda que Marx mismo las quería, en cambio, vengadoras, en nombre de generaciones de derrotados. A esta indebida cancelación de la memoria de la pasada esclavitud, en favor de la perspectiva de un futuro radiante de la clase obrera, se debió, según Benjamin, la pérdida de sus mejores fuerzas: el odio y la voluntad de sacrificio. [B. Bonola y M. Ranchetti, Notas a “Sul concetto di storia” de W. Benjamin. 1997]

Pequeño Sísifo bogotano
» Daniel Alvarado García, 2019
» Instalación (zapatos, piedras, cordel)
Abajo, los amotinados estaban formando dos montones de escombros, uno en la calle diez frente al Teatro Colón y e otro en la carrera sexta frente al Museo Colonial. José Vicente Espinosa, un empleado del museo, se apresuró a guardar en el patio el carro de la directora, cerró las puertas del museo y se puso a mirar a través de una rendija. Vio asombrado cómo “cosas finas y lujosas” volaban de las ventanas. Delante de sus ojos les pusieron fuego. Un muchacho salió corriendo con un cojín. Una mujer, seguramente una vendedora de un mercado próximo, corrió tras él y le arrebató el cojín. “¡Aquí no vinimos a robar!”, le gritó, “sino a acabar con todo!”. Se volvió y arrojó el cojín a las llamas. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

Botón Unión Nacional Izquierda Revolucionaria U.N.I.R
» Fabricante desconocido, 1933
» Metal policromado y plástico,
Gaitán abandonó oficialmente el partido liberal en octubre de 1933. Junto con Carlos Arango Vileza, quien tambien había estudiado con Enrico Ferri en la Universidad de Roma, organizó la Unión Nacional Izquierda Revolucionaria (Unir). La decisión de alejarse del partido debió ser desgarradora, una muestra de su desespero. Iba en contra de su creencia en que él era liberal y que el partido era el vehículo propicio para el cambio. Más importante todavía, su retiro iba contra su tendencia a integrar a la sociedad en un todo armónico en torno a las instituciones existentes. Para Gaitán, los partidos habían desaprovechado ya una oportunidad única para detener el ascenso del capitalismo. A cada momento que pasaba, ese sistema económico se hacía más fuerte y más vasta la masa de los desposeídos, y más difícil resultaba variar el rumbo aparentemente inexorable de la historia. Decepcionado, decía en agosto de 1934 que “nada ha cambiado en la república”. Creía que su generación tenía “el viejo temperamento homeopático de la anterior generación”. Fríos y distantes, aprobabn leyes como antes y mantenían conversaciones privadas sobre cuestiones públicas sin penetrar en los verdaderos problemas económicos y sociales que el pueblo afrontaba. Con la Unir Gaitán intentó, por fuera de la política tradicional, lo que los políticos no habían querido producir dentro de ella: una relación más estrecha, más orgánica entre los jefes y sus partidarios. El verbo de la sigla no era algo fortuito. En el momento de su separación, indica elocuentemente el ideal positivista de una sociedad cohesiva donde las partes estrechamente relacionadas impiden que surjan los conflictos. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

Conjunto de monedas
» Monedas de diferentes nacionalidades
Por medio de la Unir (1933) Gaitán seguía luchando por la “progresiva abolición de la explotación del hombre por el hombre” mediante la consecución de un “equilibrio entre producción y consumo”. Quería librar al trabajador de las “contingencias del simple asalariado”. El programa unirista incluía controles rígidos a los precios para el consumidor, los arriendos y el mercado especulativo. Propugnaba un impuesto progresivo, la nacionalización del crédito para otorgarles términos más favorables a pequeños propietarios urbanos y rurales, y la limitación de la propiedad privada a mil hectáreas. Preveía un sistema de suguridad social organizado por el Estado, con cuotas iguales de los trabajadores y los patronos, la participación de delegaciones obreras en las juntas directivas de las compañías, y contratos colectivos de trabajo convenidos por las dos partes. Para fortificar a la familia en una sociedad donde abundaban los hijos ilegítimos y los hogares sin padre, preconizaba la abolición de las diferencias legales entre hijos legítimos y naturales, el divorcio civil y la igualdad jurídica entre hombres y mujeres. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

Hoja de papel membreteada “Jorge Eliécer Gaitán”
» Fabricante desconocido, 1946 ca.
» Papel
» 21cm x 27cm
Lo primero que hizo Gaitán fue fundar un semanario, ya que los periódicos establecidos apenas lo mencionaban. Sabía que tenía que construir sus propios lazos con sus seguidores. Gaitán lo denominó Jornada (1944), término que entre sus varias acepciones significa un día de trabajo. Estaba expresando su doble papel en la sociedad, así como sus creencias, al vincular el esfuerzo intelectual de producir un periódico y dirigir un movimiento político con el trabajo cotidiano que era, para él, el corazón del orden social. Quería que Jornada fuese distinta a El Tiempo y El Siglo. Comprendía que la prensa liberal y conservadora tradicional era primordialmente un vehículo de expresión intelectual por medio del cual los políticos confirmaban su lugar en la vida pública. No quería dirigirse a los políticos sino al pueblo. “Las cosas hay que llamarlas por su nombre”, le dijo a Luis David Peña, el primer director del periódico. No le gustaba escribir, y no lo hacía bien. Sin embargo, revisaba cuidadosamente cada edición y ordenaba que se cambiaran las palabras, y a veces editoriales enteros. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

Dibujo sobre papel
» Colectivo Buffet Artístico “Los serios” (Kanek Gutiérrez Vásquez, Fernando Domínguez y Esteban Gil Reyes), 2019
» 57cm X 85cm
“Entre las peculiaridades más dignas de mención del temple humano”, dice Lotz, “cuenta, a más de tanto egoísmo particular, la general falta de envidia del presenterespecto a su futuro”. Esta reflexión nos lleva a pensar que la imagen de felicidad que albergamos se halla enteramente teñida por el tiempo en el que de una vez por todas nos ha relegado el decurso de nuestra existencia. La felicidad que podría despertar nuestra envidia existe sólo en el aire que hemos respirado, entre los hombres con los que hubiésemos podido hablar, entre las mujeres que hubiesen podido entregársenos. Con otras palabras, en la representación de felicidad vibra inalienablemente la de redención. Y lo mismo ocurre con la representación de pasado, del cual hace la historia asunto suyo. El pasado lleva consigo un índice temporal mediante el cual queda remitido a la redención. Existe una cita secreta entre las generaciones que fueron y la nuestra. Y como a cada generación que vivió antes que nosotros, nos ha sido dada una flaca fuerza mesiánica sobre la que el pasado exige derechos. No se debe despachar esta exigencia a la ligera. Algo sabe de ello el materialismo histórico. [Walter Benjamin, “Segunda tesis sobre el concepto de historia”. 1940]

Programma del corso di Diritto Criminale (libro)
» Francesco Carrara, 1886
» Papel
» 29cm X 25cm X 4cm
Francesco Carrara, jurisconsulto y profesor italiano. Fue el mayor representante de la escuela clásica del derecho penal italiano y se distinguió por su oposición a la pena de muerte. Su obra principal, en diez volúmenes, fue Programma del corso di Diritto Criminale que tuvo una notable influencia en el extranjero. Su Programma recogía sus once años de experiencia docente en Lucca, y fue impreso para uso de los estudiantes cuando obtuvo la cátedra en Pisa.

Dibujo sobre papel
» Colectivo Buffet Artístico “Los serios” (Kanek Gutiérrez Vásquez, Fernando Domínguez y Esteban Gil Reyes), 2019
» 57cm X 85cm
Desde todos los puntos de la ciudad, con un colosal movimiento centrípeto, convergieron las pasiones en aquel día del odio desencadenado. Los primeros ímpetus se inspiraron en una represalia limitada al sujeto y a la ocasión: no dejar impune el asesinato del caudillo que había despertado la mística popular. (…) Las llamas empezaron a lamer el cielo nuboso. En las colosales piras de los edificios ardía la cólera de los miserables, que fueron siempre despojados de todo. Y las figuras haraposas de los mendigos, las furtivas de los prófugos, las famélicas de los obreros sin trabajo, las desvergonzadas de las mujerzuelas, se precipitaron como una invasión de lémures, como una inundación de espectros, con teas en las manos, trémulas de furor, ansiosos de destrucción, de venganza y de exterminio en el día del odio. [J. A. Osorio Lizarazo, “El día del odio”. 1952]

Bolso de mujer
» Fabricante desconocido, 1936 ca.
» Cuero y terciopelo
Gaitán fue el único político de la época que se preocupó activamente por el lugar de la mujer en la sociedad. Como solo en 1957 se otorgó el voto a las mujeres, su interés es una vívida indicación de la sinceridad de sus iniciativas reformistas y de su fe igualitaria. Al criticar la supremacía masculina, sus soluciones eran semejantes a las que había propuesto para otras formas de desigualdad y de explotación. Convocaba a los hombres, quienes disfrutaban de todas las ventajas, a que asumieran sus responsabilidades humanas y sociales y modificaran las jerarquías a favor de la mujer. Creía que los hombres estaban obligados “a crear el ambiente que le permita a la mujer educarse, encauzándola hacia actividades que le son profundamente necesarias para su liberación”. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

Mancia
» Colectivo Buffet Artístico “Los serios” (Kanek Gutiérrez Vásquez, Fernando Domínguez y Esteban Gil Reyes), 2019
» Dibujo sobre papel
» 57cm X 85cm
El cronista que narra los acontecimientos sin distinguir entre los grandes y los pequeños, da cuenta de una verdad: que nada de lo que una vez haya acontecido ha de darse por perdido para la historia. Por cierto, que sólo a la humanidad redimida le cabe por completo en suerte su pasado. Lo cual quiere decir: sólo para la humanidad redimida se ha hecho su pasado citable en cada uno de sus momentos. Cada uno de los instantes vividos se convierte en una citation À l'ordre du jour, pero precisamente del día final. [Walter Benjamin, “Tercera tesis sobre el concepto de historia”. 1940]

Sicología educativa (libro)
» Vicente Castellanos, 1942
» Papel y tinta
» 24cm X 19cm X 3cm
En la primera hoja la siguiente dedicatoria: "Al eminente hombre público, grande impulsador de la cultura nacional y esclarecido sociologo y pensador Dr. Jorge Eliecer Gaitán. Con la profunda admiración que siempre he proferado a su hombría inquebrantable y a su clarísima inteligencia. Bogotá, febrero de 1942. Vicente Castellanos".

Tarjeta comercial
» Vittorio Lucci, Sartoria per uomo e signora, Roma, 1925 ca.
» Papel
Tras obtener su grado en noviembre de 1925, Gaitán ejerció el derecho durante año y medio en una oficina pequeña, casi sin muebles, del centro de Bogotá, hasta que realizó su sueño de viajar a Roma para estudiar con su mentor, Enrico Ferri, cuyas ideas había defendido durante los cinco años anteriores. Orgullosamente logró que solo su familia le ayudara a costear el viaje. Invirtió sus escasos ahorros en una pequeña farmacia del centro de Bogotá, administrada por su hermano, quien le enviaba dinero para sus gastos. El viaje lo acercó más a la élite que encontraba sus origenes en Europa y viajaba con regularidad al viejo mundo. Gaitán era el segundo abogado colombiano –el primero había sido el político liberal Carlos Arango Vileza¬– que estudiaba con el eminente jurista. Pero tuvo un éxito sin precedentes. Ferri y Gaitán se hicieron muy amigos. Elegantemente vestido, a imitación de Ferri, Gaitán era a menudo fotografiado con este en las calles de Roma. Gaitán le tomó afecto a su profesor. Debió haber visto en él imágenes del futuro al que aspiraba. Ferri provenía de orígenes humildes y llegó a convertirse en un importante abogado penalista y en el principal orador forense de Italia. Casi toda su vida fue miembro del parlamento, así como director de Avanti, el célebre periódico socialista. Incansable reformista, era tanto republicano como socialista y al final de su vida simpatizante del fascismo, con tal de obtener de las instituciones políticas los códigos penales que redundaran en el bienestar de toda la sociedad. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

El 7 de febrero de 1948 Gaitán montó el espectáculo más dramático de su vida, la Manifestación del Silencio. Tenía que hacerlo para atacar al régimen, consolidar sus vínculos con la multitud y simultáneamente hacer algo por disminuir la creciente violencia en el campo. Poco podía hacer por atenuar el conflicto rural, alimentado en gran parte por conservadores que utilizaban su poder en Bogotá para desalojar a los liberales de los cargos municipales en las provincias. La violencia no tardó en desbordar el control de Bogotá. Si alguien hubiera podido ordenar un alto, eran los jefes conservadores. Mientras los políticos se enrostraban unos a otros la violencia y enviaban innumerables comisiones investigadoras, Gaitán convocó al atardecer en la Plaza de Bolívar a sus seguidores. Por lo menos cien mil bogotanos acudieron al llamado. Se le ordenó a la multitud que vistiera de negro y llevara grandes banderas del mismo color. Debía congregarse en perfecto silencio en señal de duelo por los muertos de la violencia. No debía haber vitores ni canciones. Gaitán quería “un silencio sagrado” para obtener la unidad dentro de la multitud. Gaitán invirtió cuidadosamente la liturgia de la plaza pública. Sus palabras fueron escasas y sombrías. Habló unos cinco minutos, escogiendo cada palabra con el mayor cuidado. La multitud se convirtió en participante activo de la demostración, profiriendo en silencio su voz colectiva. El discurso estaba impregnado de lenguaje peligroso. No les habló a los políticos por intermedio de la muchedumbre. En cambio, la muchedumbre les habló a los poderosos a través de él: “Señor presidente Ospina Pérez: bajo el peso de una honda emoción me dirijo a vuestra excelencia, interpretando el querer y la voluntad de esta inmensa multitud que esconde su ardiente corazón, lacerado por tanta injusticia, bajo un silencio clamoroso, para pedir que haya paz y piedad para la patria”. En ese momento Gaitán poseía un poder inmenso. Habría podido ordenarle a la multitud que rodeara todos los edificios públicos de la ciudad, o incluso que atacara al Palacio Presidencial a sólo tres cuadras de distancia. En cambio, demostró una vez más su respeto por la ley e hizo lo más potente y más desconcertante de todo: le ordenó regresar a sus hogares. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

Zapato izquierdo
» Fabricante desconocido, 1945 ca.
» Cuero
Ya he hablado de los zapatos del griego; en cuanto a mí, calzaba un curioso calzado que en Italia sólo he visto llevar a los curas, de piel finísima, hasta la pantorrilla, sin cordones, con dos hebillas grandes y dos piezas laterales de tejido elástico que debían garantizar su adherencia perfecta a la pierna. Llevaba puestos cuatro pares de pantalones de tela de Häftling, una camisa de algodón y una chaqueta a rayas. Era todo. Mi equipaje consistía en una manta y en una caja de cartón, ahora vacía, en donde había guardado unos pedazos de pan: cosas todas que el griego consideraba con manifiesto desprecio y enfado.
Nos habíamos equivocado mucho sobre la distancia que nos separaba de Cracovia: tuvimos que recorrer por lo menos siete kilómetros. Después de veinte minutos de camino mis zapatos estaban deshechos: la suela de uno se había despegado y la del otro estaba descosiéndose. El griego había guardado hasta entonces un silencio lleno de malos presagios: cuando me vio dejar el fardo y sentarme en un mojón me dijo:
-¿Cuántos años tienes?
-Veinticinco -le contesté.
-¿Qué oficio tienes? -Soy químico.
-Pues lo que eres es un estúpido -me dijo tranquilamente-. No tener zapatos es de estúpidos.
El griego era un gran tipo. Pocas veces en mi vida he sentido que me lanzasen a la cabeza una sabiduría tan concreta. Era poco lo que podía replicarle. La validez de su argumento era palpable, evidente: en mis pies aquellos dos amasijos informes, y en los suyos aquellas dos maravillas resplandecientes. No podía justificarme. Había dejado de ser esclavo: pero a los pocos pasos en el camino de la liberación, heme aquí sentado en un mojón, torpe e inútil como la locomotora averiada que acabábamos de abandonar. ¿Es que merecía la libertad? El griego parecía dudarlo. [Primo Levi, “La tregua”. 1963]
Gaitán (alcalde) lanzó una campaña de salud pública para informar a las clases bajas de los riesgos de andar descalzos. En octubre de 1936 repartió más de nueve mil pares de zapatos baratos y durables entre los empleados públicos, quienes habrían de pagarlos a plazos. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]