PUBLICACIONES
EXPOSICIONES
Juliana Góngora Rojas
LA MONTAÑA CUENTA UNA HISTORIA
Luis Hernando Giraldo
FOREST MIND
Ursula Biemann
CONJURO DE RÍOS
Sheroanawe Hakihiiwe, Carolina Caycedo, Cildo Meireles, Clemencia Echeverri, Endémica Studios: Carlos Rincón “Kalú” y Laura Gómez, Movimiento urbano
EL ORIGEN DE LA NOCHE
Claudia Andujar, Gisela Motta y Leandro Lima, Jesús Abad Colorado, Juan Manuel Renjifo, Carolina Caycedo, Dúo colaborativo 4direcciones
SELVA COSMOPOLÍTICA
Fernando Urbina Rangel, Ursula Biemann, Paulo Tavares, Carlos Rodríguez, María Clara Van der Hammen
EL CAMINO CORTO
Miguel Ángel Rojas
PROGRAMA SELVA COSMOPOLÍTICA
El Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia, forma parte de un programa de Patrimonio Cultural desde el cual nos hemos propuesto trabajar transversalmente, a través del arte y la memoria, y en intercambio con las comunidades que habitan los territorios, por medio de proyectos experimentales e investigaciones a largo plazo que involucran equipos de trabajo que incluyen las artes, las ciencias duras y la filosofía, en ensambles con indígenas, o pobladores originarios, y sus epistemologías que incluyen seres más que humanos. Desde un enfoque biocéntrico y cosmopolítico queremos reconocer la selva amazónica como un ente cognitivo, semiótico, histórico y político en el corazón de una ética para pensar y actuar afirmando la vida, que incluye otras formas de conocer y concebir e imaginar mundos posibles, en medio de la crisis humanitaria y ambiental planetaria.
El Programa Selva Cosmopolítica inicia en 2012 con la exposición El Camino Corto de Miguel Ángel Rojas, continúa en 2014 con Selva Cosmopolítica, en 2016 con El Origen de la Noche, en 2018 con Conjuro de Ríos, en 2022 con Forest Mind, y en 2024 con La montaña cuenta una historia, y Canción de cuna.
Un programa.
El apoyo institucional es crucial para que este mandato se haga realidad. Los museos de arte y las instituciones culturales hoy son lugares donde también se puede producir conocimiento gracias a sus alianzas con los artistas. Para ello necesitan establecer proyectos transdisciplinarios con equipos para el trabajo colaborativo con el fin de presentar, convincentemente, lo que se le ha hecho a las tierras y a los pueblos indígenas, y determinar las formas en que las prácticas creativas pueden reinventar el mundo, pueden producir una metamorfosis inversa a la catastrófica, si así lo queremos.
La división moderna entre ciencias duras, y tecnologías y por otra parte las ciencias humanas, la filosofía, la historia, el derecho, la economía, y todas las disciplinas asociadas, han generado en buena medida la crisis que hoy vivimos. Es indispensable trabajar por integrar las disciplinas y generar esos equipos transdisciplinarios que nos enseñen a concebir el mundo como una red planetaria y consciente de su momento histórico. Un mundo que además implica a todos los seres como fuerzas cognitivas. Sabios no cultivados, o cultivados ignorantes nunca conciliarían por aparte una nueva ética de la vida que necesita el momento histórico que cruzamos.
Por eso proponemos un programa curatorial que integre distintos saberes. Estamos obligados a inscribir las ciencias en su conjunto para una reflexión desde el arte. Una visión de un conocimiento ecosistémico, como el de nuestros pobladores que viven bajo el cielo abierto.
El programa necesita además una visión de un alcance más allá de un trabajo inmediato, encontrar otras formas de relacionarse con el tiempo, es decir pensar en el largo plazo, el tiempo profundo. Para ello es necesario integrar los equipos en procesos largos de investigación que formulen obras y reflexiones a través de los años. Es así que los artistas que trabajan con nosotros desarrollan proyectos que requieren tiempo, y además cuya participación no se reduce a un solo proyecto, a una sola obra, sino que su trabajo se puede desplegar en procesos que vayan sumando a su aprendizaje y avanzando en complejidad. Al transcurrir de los procesos podremos tener cuerpos de obras que contribuyan a proponer la complejidad de estos temas. Los artistas entonces pudieran entrar a hacer parte de un equipo de trabajo, no son visitantes, sino que entrar a hacer parte de un organismo, con todas las personas y asociaciones que ellos van aportando.
Los líderes de proyectos curatoriales tampoco deberíamos esperar que los artistas hagan el trabajo solos. Nuestras instituciones deben enfocar estrategias de financiamiento a largo plazo para este trabajo crucial: apoyar los desenlaces de la investigación y los estudios de campo requeridos, así como documentar y establecer archivos, suscribir comisiones de artistas, montar estos proyectos de sueños, pesadillas y memorias. Nada de esto tendrá un impacto duradero sin alianzas a largo plazo para el intercambio continuo de información, asesoramiento y aprendizaje con otras instituciones y actores involucrados en la política ecológica, las ciencias naturales, los estudios ambientales, los derechos humanos, los estudios culturales, la economía y el derecho, entre muchos otros. En otras palabras, una ecología de conocimientos que conforme, en su alcance, una defensa cosmopolítica en el enraizamiento y la sabiduría de las comunidades de seres vivos en peligro de extinción asediados por la violencia de la acumulación por el despojo que se ha vuelto el statu quo del territorio de nuestras geografías de desarrollo profundamente desigual.
Como curadores que trabajamos con artistas, debemos prestar mayor atención para subvertir la explotación por parte de gobiernos y corporaciones, al expresar una ética del cuidado a través del lenguaje intuitivo, incluso onírico, de las prácticas artísticas que también hablan de las necesidades racionales de un planeta en peligro. Como dice el historiador del arte T. J. Demos en Descolonizar la naturaleza: Arte contemporáneo y políticas de la ecología:
Estoy convencido de que el arte, dada su larga historia de experimentación, de invención imaginativa y de pensamiento radical, puede desempeñar un papel transformador fundamental. En su sentido más ambicioso y vasto, el arte contiene la promesa de hacer realidad precisamente este tipo de cambios creativos, filosóficos y perceptivos, aportando maneras inéditas de nosotros mismos y de nuestra relación con el mundo más allá de las tradiciones destructivas de la colonización de la naturaleza.
Por supuesto, los resultados de este trabajo artístico y curatorial deben ser tan diversos como el propio equipo que los ha alcanzado. Dichos resultados no solamente se expresan en exposiciones experimentales, sino en un programa amplio y flexible que abarca comisiones, publicaciones, proyectos basados en la web, incluso aplicaciones que emplean el juego como un medio para las reflexiones y acciones cosmopolíticas en las que se exploren los sistemas bióticos y las experiencias compartidas que conduzcan a una revisión de la visión planetaria, hacia una globalidad radicalmente alterada. Tal diversidad de expresiones involucrará a una multiplicidad de espectadores que aborden estos temas desde diferentes perspectivas y con diferentes edades (tal vez personas que escasamente visitan museos e instituciones culturales); hacia la comprensión del problema y el objetivo superior de la participación activista en la búsqueda de sus soluciones. El arte en sí no es activismo, o al menos no es solamente activismo, pero puede acercarse, puede impulsarnos hacia adelante y esto, desde la perspectiva curatorial que habito, es un acto de agencia en la búsqueda de la vida misma y su preservación como resistencia y oposición a la violencia extractivista, que expulsa y asesina nuestras ecologías culturales y biodiversas ancestralmente inscritas en los territorios más estratégicos del planeta.
Estamos intentándolo.
María Belén Sáez de Ibarra