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Producida por la Dirección de Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de Colombia.
LA MONTAÑA CUENTA UNA HISTORIA
Luis Hernando Giraldo
Curaduría: María Belén Sáez de Ibarra
«Esta es una visión casi abstracta de una montaña, ligada a la memoria por las facetas humanas, el color y la melancolía del paso del tiempo».
La montaña cuenta una historia es la visión de la montaña de San Antonio, en Pácora, Caldas: la visión que se repite a lo largo de la vida y obra de Luis Hernando Giraldo. Es la misma imagen, casi desde el mismo ángulo, desde la casa donde nació, y a donde vuelve siempre, hasta el día de hoy: «Conservé la casa, al morir mi madre Celia, y sé que desde allí no necesito hacer otra obra además de la colina de Salamina y su fuente, desde donde puedo ser universal». Y entrañable. Una imagen que sirve para ir y volver en el tiempo, que sobre todo es pasado, y no olvida la tierra, el campo.
La imagen es sin embargo diferente cada vez. Porque cada pintura es una interpretación del mundo que es única, que anida en una percepción, una conexión que Giraldo establece, que viene de muy lejos, y que muchas veces lo encuentra empuñando la tiza con la mano de niño; su honda sensibilidad captura las intensidades más puras del acontecer: las facetas de la vida, los dolores del mundo que fluyen bajo el suelo y en el cielo, lo que enturbia los días aciagos cuando se inunda de presagios, o los días azules del sol de la bienaventuranza.
«Les digo a mis estudiantes que sin música y poesía no se puede vivir ni pintar»; y es que Luis Hernando Giraldo es una suerte de pintor poeta, y músico. Giraldo recuerda, cuando espiando al pianista Eduardo Heredia en sus clases en el Conservatorio de la Nacional, entendió la digitación sobre el lienzo, y en el onido de las notas el color: «en la pintura hay que dar el sonido mas dulce, mas vigoroso, mas sostenido, como suenan las flautas».
La montaña, las aves, las flores, las ramas, el bosque, el musgo, el cordero, la fuente, los mascarones de la fuente, todo ínfimo e inmenso, detallado y borroso, infinito y familiar. Son las letras, palabras y frases de su voz, de sus pinturas, del poema, austero y corto de palabras, como en un sueño breve y persistente. Por eso aquí va una cascada de versos, que se ven en sus colores y líneas.
Texto curatorial de María Belén Sáez de Ibarra
En ‘La montaña cuenta una historia’ la protagonista es la montaña de San Antonio, en Pácora, Caldas, ubicada frente a la casa donde nació el maestro Luis Hernando Giraldo. Allí vivían sus abuelos y allí pasó él las vacaciones en distintos periodos de su vida. A esa montaña que vio desde recién nacido, la dibuja en toda su obra y le suma recuerdos, inquietudes y acontecimientos que no necesariamente sucedieron allí. “Es como una imagen o un leitmotiv que me permite tener un lugar donde poner las historias que pertenecen a mi vida, a la vida de la comarca o a la nacional. La montaña es el telón que está recibiendo las historias para contarlas”, explica Giraldo.
La fuente cantaba: ¿Te recuerda, hermano,
un sueño lejano mi canto presente?
Fue una tarde lenta del lento verano.
Respondí a la fuente:
No recuerdo, hermana,
mas sé que tu copla presente es lejana.
Fue esta misma tarde: mi cristal vertía
como hoy sobre el mármol su monotonía.
Antonio Machado
Su obra es un recorrido por su memoria y esta vez lo empieza desde su más temprana edad, pintando su primer encuentro con la naturaleza, cuando descubrió a la montaña y sus alrededores, desde el momento mismo de su nacimiento. Y desde la memoria remota, con trazos casi rupestres como de la Cueva de Lascaux, el artista introduce las ‘aguilillas’, las vacas, los caballos, las bandadas de pájaros, el arcoiris, la vida rural que luego también incluye el recuerdo cuando vio cómo unos hombres golpeaban a su padre, el cielo que sangra y el cordero, los gallinazos y las cruces, que se repiten constantemente, porque así están sembrados los paisajes de nuestro país.
las negras uvas de una parra en cierto
patio que ya no existe. La mojada
tarde me trae la voz, la voz deseada,
de mi padre que vuelve y que no ha muerto.
sé que en la eternidad perdura y arde
lo mucho y lo precioso que he perdido:
esa fragua, esa luna y esa tarde
Jorge Luis Borges
En esta nueva obra, Giraldo empieza con carboncillo, pasa a la sangre de cordero, luego al pastel y finaliza en óleos. La montaña se repite perfilada en sus horizontes, a veces dos veces, a veces muchas más. Un acto de repetición que también marca el tiempo: de la mañana a la noche, de la noche a la mañana. “Lo hago como si fuera un poema, con la repetición de una frase… Aquí se está diciendo, pero en lenguaje plástico, lo que la poesía dice con palabras. Si el artista no entiende lo que hace como poesía es como si no estuviera haciendo arte”, subraya Luis Hernando.
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera
Miguel Hernández
Son 56 dibujos que por primera vez aborda en pequeño formato. A éste llegó después de ver unas obras en pastel de Odilon Redon, en el Museo de los Impresionistas en París, en 2013. Entonces decidió experimentar por primera vez con lápices de pastel. Y esta técnica se convirtió de pronto en su favorita por su fácil portabilidad, por los tonos olivas, rojos, ocres y por los ensayos de color que por lo general terminan haciendo parte de la creación final. “La montaña cuenta una historia” nos sorprende entonces con nuevas búsquedas de un autor que no deja de pintar ningún día y que trata siempre de darle a su obra un sentido universal con enganches a ciertos referentes como Giorgioni, Piero della Francesca o Paolo Uccello, entre otros.
Esta exposición está exhibida en la Sala 3 del Claustro de San Agustín UNAL.
Luis Hernando Giraldo (Pácora, Caldas, 1946)
“Para mí la pintura es como la escritura, tiene una pulsión de la que parte todo (…) Los artistas hemos olvidado que tenemos que sensibilizar a la gente. Si hay algo que les causa una emoción, algo profundo, eso se queda. Es como una contribución para que la gente se emocione con las cosas más sencillas. Sí, es sutil, pero que haya una emoción y esté presente la belleza. No creo que como artista uno pueda desligarse de eso”. Luis Hernando Giraldo, artista.
“Luis Hernando Giraldo trabaja atendiendo a su voz interior. La moda o los cristales provisionales para mirar el mundo no encuentran lugar en su mundo creativo, no obstante su pensamiento corresponde al pulso de su época; así consigue despojar su sensibilidad de cualquier cercanía con el lugar común, en una actitud que no solo recrea un universo personal, sino que busca un encuentro entre la obra y su tiempo” (Carmela Jaramillo). Giraldo revive la vivencia de una historia despojada de anécdotas, donde integra su experiencia con diversos planteamientos del arte a través del tiempo. Su obra hace parte de las colecciones del Banco de la República, Biblioteca Luis Ángel Arango, de Bogotá; el Museo de Bellas Artes, de Caracas; el Museo Nacional de Colombia; el Museo de Arte Moderno –MAMBo, y colecciones privadas. Es docente de la Escuela de Artes Plásticas de la UNAL, Bogotá.