Feminíridas

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Curaduría: María Belén Sáez de Ibarra

Comisionada por el Claustro de San Agustín de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de Colombia

Feminíridas de Verónica Trujillo permite introducir el ecofeminismo y la ética del cuidado dentro de una línea medioambiental del programa de la Dirección de Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de Colombia.

Expone a modo de un «jardín de las delicias» cerca de 100 obras de cerámicas en la que se destacan cuerpos híbridos, mutantes, transespecie y transgénero; toda una forma de insurrección estética y simbólica de seres híbridos, parcialmente femeninos, parcialmente masculinos, parcialmente animales hembras y machos de otras especies que se enfrenta a la normatividad que ha domesticado y mercantilizado los cuerpos de las mujeres.

En un contexto donde la representación de las mujeres ha estado históricamente moldeada por los ojos y los deseos de los hombres, imaginar nuevas corporalidades fuera de los márgenes normativos —viejas, abyectas, sensuales, monstruosas, animales, mutantes— es una forma de mirarse ante el propio espejo, sin medida externa, sin traducción masculina. «Introducir lo animal, lo monstruoso, lo envejecido, lo indeterminado, es politizar lo corporal desde lo imaginario, desplazando el control visual y simbólico que la cultura ha ejercido sobre lo femenino. Esa hibridez rompe con la construcción colonial y patriarcal del cuerpo femenino como objeto para la mirada, como símbolo de pureza o de seducción» señala María Belén Sáez de Ibarra dentro del texto curatorial de esta exposición

Sobre su trabajo y esta exposición, la maestra Trujillo reconoció que «toda la vida la he pasado en el taller de cerámica. Desde niña era muy hiperactiva, y en el de mi abuela empecé a encontrar tranquilidad. En mi caso, el taller es el camino, la verdad y la vida. Allí hay grandes logros, alegrías, pero también resultados adversos, sorpresivos: se te rompen las piezas, les faltaron fuego, se quemaron o hubo cal en la arcilla … hay que botar y empezar, como la vida misma. A veces se me ha roto el corazón y he tenido que crear y comenzar. Esta exposición ha sido todo un reto y motivación, tal vez la más importante de mi carrera como ceramista».

En cierta medida, la exposición habla de una rebelión simbólica contra la domesticación visual del cuerpo femenino, pero también de una exploración de mundos posibles donde las mujeres inventan sus propias formas de habitar el deseo, la edad, la potencia, la fragilidad y lo animal.

Verónica Trujillo

Nació y se formó dentro de una familia de artistas. De su abuela, Sara Dávila, aprendió desde los cuatro años, la cerámica y desde ese momento no ha parado el encontrar en la arcilla un lenguaje y una obra libre de compromiso, auténtica, refrescante. De su abuelo, el artista gráfico Sergio Trujillo Magnenat, y de su padre, el fotógrafo Sergio Trujillo Dávila, ha encontrado luces en su búsqueda por la forma y la imagen.

En un mundo donde la representación de las mujeres ha estado históricamente moldeada por los ojos y los deseos de los hombres, Trujillo ha creado nuevas corporalidades fuera de los márgenes normativos, sin medida externa ni traducción masculina: seres híbridos, parcialmente femeninos, parcialmente masculinos, parcialmente animales hembras y machos de otras especies, todo un acto de reclamación imaginaria del cuerpo, del ser y de una obra y propuesta que, tal vez por primera vez, puede verse en esta exposición en el Claustro de San Agustín UNAL.

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