Exposición virtual Preámbulo para una justa memoria
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Ámbito cosmológico
Ojos de metal, de cuchillo, de pica
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Calendario (hace parte de un juego de escritorio para oficina con un portapapel, un secador, un tintero y un portacartas)
» Fabricante desconocido, 1929 ca.
» Madera
» 4cm X 14cm X 10cm
Un fenómeno histórico, una vez dilucidado en su totalidad y reducido a un fenómeno del conocimiento, está muerto para quien lo ha comprendido y descubierto así su aberración, su injusticia, la ciega pasión y la oscuridad terrenal de su horizonte y, con ello, su poder histórico. Para aquel que sabe, este poder ha perdido su potencia; quizá no sea así para aquel que vive. [F. Nietzsche, “Segunda consideración intempestiva. Sobre la utilidad y los inconvenientes de la Historia para la vida”. 1874]

Placa Jorge Eliécer Gaitán Abogado (placa original dispuesta en el portón de entrada del Edificio Agustín Nieto en la carrera 7 con avenida Jiménez)
» Fabricante desconocido; 1930 ca.
» Metal
La meritocracia de Gaitán era un mundo abierto en el que todos los ciudadanos se desempeñaban activamente. Serían juzgados por su modo de actuar y por su aporte al bienestar general, por su trabajo, su responsabilidad frente a sus familias y la reciprocidad moral en sus relaciones sociales. En la sociedad ideal de Gaitán, la vida de cada cual estaba abierta al escrutinio público. Su imagen del individuo perfecto estaba basada en la del hombre que se había hecho a sí mismo y que solo de sí mismo dependía, y que lo hacía con orgullo. Lo público era la salvaguarda de la sociedad; lo que no podía hacerse público difícilmente se conformaba al bien público. Lo secreto y lo privado eran motivo de sospecha. Así, las decisiones económicas de los capitalistas, las discusiones a puerta cerrada de las juntas directivas y las conversaciones privadas de los políticos eran anatema para él. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

Diagrama
» Colectivo Buffet Artístico “Los serios” (Kanek Gutiérrez Vásquez, Fernando Domínguez y Esteban Gil Reyes)
» Dibujo sobre servilleta, 2019
» 15cm X 15cm
¿De qué manera puede servir al coetáneo la contemplación monumental del pasado, la consideración de los hechos clásicos y extraordinarios de los tiempos pasados? [F. Nietzsche, “Segunda consideración intempestiva. Sobre la utilidad y los inconvenientes de la Historia para la vida”. 1874]

Tratado elemental de higiene (libro)
» Laurentino Muñoz, 1944
» 20cm X 26cm X 4cm
La organización de la Unir (Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria, 1933-1935) tenía un estilo distinto al de los partidos tradicionales. Reflejaba la creencia de Gaitán en que la política debería asistir al pueblo en sus quehaceres cotidianos. El movimiento estaba integrado por miembros activos, identificados con un carné. Participaban en comisiones locales permanentes integradas verticalmente por medio de los contactos personales y a través del periódico, Unirismo, con los jefes a nivel regional y nacional. En lugar de enfatizar la política electoral, el objetivo era cambiar el comportamiento de sus seguidores. Los llevaba a tener himnos, uniformes, insignias y condecoraciones que indujeran un sentido de disciplina y de participación y que influyeran sobre el concepto que de sí mismos se formaran sus integrantes. En contraste con la retórica abstracta de los políticos tradicionales, Gaitán les rogaba a los campesinos que se bañaran todos los días y se limpiaran regularmente los dientes. El asiento trasero de su autobús estaba lleno de barras de jabón que repartía entre ellos. En la Unir estaban vivas las enseñanzas de Enrico Ferri. Al cabo de tres años y con poco que mostrar a cambio de sus esfuerzos, las premisas y las creencias de Gaitán siguieron inalteradas. Mantenía su preocupación con la higiene personal como medio de intensificar el sentimiento de orgullo personal. Seguía luchando por la “progresiva abolición de la explotación del hombre por el hombre” mediante la consecución de un equilibrio entre producción y consumo”. Quería librar al trabajador de “las contingencias del simple asalariado”. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

L’opera di Cesare Lombroso (libro)
» Cesare Lombroso, 1897
» 24cm x 9cm X 5cm
Ezechia Marco Lombroso (Verona, 6 de noviembre de 1835 - Turín, 19 de octubre de 1909), conocido con el pseudónimo de Cesare Lombroso, fue un criminólogo y médico italiano, fundador de la Escuela de Criminología Positivista, conocida en su tiempo también como la Nueva Escuela (Nuova Scuola). Lombroso buscó los orígenes biológicos del crimen y planteó que las causas de la criminalidad están relacionadas con la forma, causas físicas y biológicas. Sus explicaciones se centraban en la biología, esto es, en todo rasgo que permitiera discernir biológicamente la figura del criminal de los que él consideraba “normales”. El descubrimiento más importante de este psiquiatra fue la cavidad del cráneo de Giuseppe Villella, un famoso ladrón y pirómano de Calabria (región italiana) durante la realización de su autopsia, una cavidad pequeña situada en la parte occipital, donde debería haber una cresta. Un aspecto particularmente difundido de la obra de Lombroso es la concepción del delito como resultado de tendencias innatas, de orden genético, observables en ciertos rasgos físicos o fisonómicos de los delincuentes habituales (asimetrías craneales, determinadas formas de mandíbula, orejas, arcos superciliares, etc.). Sin embargo, en sus obras se mencionan también como factores criminógenos el clima, la orografía, el grado de civilización, la densidad de población, la alimentación, el alcoholismo, la instrucción, la posición económica y hasta la religión.

Hoja de papel membreteada “Jorge Eliécer Gaitán”
» Fabricante desconocido, 1946 ca.
» Papel
» 21cm x 27cm
Al cruzar la puerta principal de la Plaza de Toros (24 de septiembre de 1945), Gaitán estaba aboliendo el cisma histórico entre la vida pública y la vida privada que existía en Colombia. Una multitud de 4 mil personas lo esperaba hacia más de tres horas. En él no veían tan solo a un augusto personaje público que se dirigía a la tribuna central, sino a un hombre del pueblo que había sido como ellos, pero que triunfó en la sociedad. Ante ellos estaba Gaitán, prueba fehaciente de que sus esperanzas de una vida mejor podrían algún día convertirse en realidad. Gaitán llegó a ese escenario no como representante de nociones abstractas de la razón, sino como un hombre sobre el cual el pueblo podía proyectar sus aspiraciones. Vestía un impecable traje negro cruzado, con el abrigo al brazo y el sombrero en la otra mano. Lo acompañaban su padre, Eliécer Gaitán Otálora, su esposa, doña Amparo Jaramillo, de aspecto aristocrático, y Gloria, su pequeña hija, atónita y maravillada ante el espectáculo. Gaitán había llevado a su familia al acontecimiento cumbre de su vida. Ningún político había hecho nunca tal cosa. La oración fue la más original y la más significativa de su vida pública. Su fuerza consistió en su capacidad de establecer un fuerte lazo recíproco entre él y la multitud. Habló de conceptos filosóficos intemporales y de grandes generalidades históricas. Habló de la moral, la honradez y la decencia en el gobierno, de la responsabilidad de los dirigentes y del valor de los individuos. Se estaba refiriendo a aspiraciones que todos los pueblos han tenido a lo largo de la historia y las convirtió en una crítica aguda y sensitiva de las maquinaciones internas de los partidos políticos. Las palabras, las imágenes y hasta la estructura de las frases que utilizaba desnudaban de manera gráfica el estilo formal de políticas que era el secreto de la manera de hacerla de los partidos tradicionales y, para Gaitán, el motivo de su fracaso. Gaitán volvió todo al revés y transformó simbólicamente a sus oyentes en actores de la historia. La oración contrastaba incisivamente con la euforia que lo rodeaba. Fue sorprendentemente sosegada. En lugar de las breves cortantes frases afirmativas que utilizaba de ordinario para intensificar la emoción de la multitud, ese día se expresó en oraciones dilatadas, líricas. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

Diagrama
» Colectivo Buffet Artístico “Los serios” (Kanek Gutiérrez Vásquez, Fernando Domínguez y Esteban Gil Reyes)
» Dibujo sobre servilleta, 2019
» 15cm X 15cm
Y sin embargo cuán fluctuante e inexacta resultaría tal comparación. ¡Cuántos aspectos heterogéneos deben ser soslayados para que tal comparación pueda surtir sus efectos, cuán forzosamente ha de ser encajada la individualidad de lo pasado dentro de una forma general, todas sus asperezas y delineaciones precisas a favor de la concordancia! En el fondo, solo podría asumirse que aquello que fue posible alguna vez puede reproducirse una segunda vez si los discípulos de Pitágoras tuviesen razón en que los acontecimientos en la tierra se repetirían hasta en lo más diminuto y singular siempre y cuando se hallasen bajo la misma constelación de los cuerpos celestiales. De forma que, si las estrellas adoptasen cierta posición entre sí, un estoico volvería a unirse con un epicúreo para asesinar a César y, bajo otra constelación, Colón siempre volvería a descubrir América. Sólo si el mundo volviese a reiniciar su obra teatral cada vez de nuevo tras finalizarse el quinto acto, si fuese predecible el retorno, en intervalos determinados, de la misma combinación de motivos, del mismo deus ex machina, de la misma catástrofe, solo entonces, el hombre poderoso podrá reclamar para sí la historia monumental con toda su veracidad icónica y, con ello, cada factum con su perfecta definición de particularidades y singularidades. Esto probablemente no se dará hasta que los astrónomos vuelvan a tornarse astrólogos de nuevo. Hasta entonces, la historia monumental no podrá adquirir nunca esa veracidad plena: mientras tanto, siempre unificará, generalizará y equivaldrá lo desigual, siempre atenuará la heterogeneidad de los motivos y móviles para presentar, a costa de la causa, como ejemplar de ser imitado, su effectus monumental. Debido a su abstracción de las causas, la historia monumental podría describirse, con cierto grado de exageración, como una colección de “efectos en sí” o como una serie de acontecimientos que siempre surtirán los mismos efectos. Lo que se celebra en las fiestas populares, los días de conmemoración religiosa o bélica son, en el fondo, ese “efecto en sí”. Es esto lo que quita el sueño a los ansiosos, lo que pende como un amuleto del corazón del emprendedor, no la verdadera conexión histórica de causas y consecuencias que, una vez que fuese reconocida, solo pondría en evidencia que nunca se produce dos veces un hecho histórico en el juego de dados que se desenvuelve entre el futuro y el azar. [F. Nietzsche, “Segunda consideración intempestiva. Sobre la utilidad y los inconvenientes de la Historia para la vida”. 1874]

Sala principal de la casa de Jorge Eliécer Gaitán y su familia
» Se puede notar en el piso la marca que dejó la tumba del caudillo liberal. Su cuerpo allí estuvo, bajo el piso de la sala de su casa, hasta el año de 1988
Los liberales, que eran los responsables de enterrar al jefe caído, y en vista de que no se les otorgarían los honores de un entierro oficial, decidieron convertir la ceremonia en una demostración masiva para restaurar su influencia sobre la muchedumbre. Deliberadamente trataron de imitar la disciplina y el talante sombrío de la Manifestación del Silencio. No llegaron a entender el significado del ritual producido hacía dos meses por Gaitán. El silencio que había creado en la Plaza de Bolívar era el símbolo de un pueblo que exigía la vida, que no aceptaba la muerte. La manifestación había sido dirigida contra un gobierno en protesta por la violencia infligida desde el poder. El entierro era dirigido contra el pueblo, a fin de domeñar la violencia que había cometido contra la sociedad. Después de una breve ceremonia en el Parque Nacional, tres cortos discursos, una procesión de los dirigentes, encabezada por doña Amparo y su hija Gloria, de once años, se encaminó a la reunión con el cuerpo de Gaitán. Ante el rápido paso de los liberales, ellas fueron quedando atrás. Los jefes cruzaron la angosta puerta de la casa antes que ellas. El Tiempo había explicado que a causa de “problemas técnicos” el cadáver no podía ser enterrado en el jardín. Un desconocido capellán del ejército y dos curas párrocos oficiaron mientras el ataúd descendía a un hueco hondo en la sala de la casa. Se guardó un minuto de silencio. Los jefes liberales se marcharon rápidamente. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]
Esta noción de transformación, más que de muerte, fue la que me llevó a insistir ante el Presidente de la República para que mi padre no continuara embalsamado, como lo estaba desde 1948, sino que se le sembrara –por ser semilla y no cadáver– en tierra proveniente de todos los municipios de Colombia, a fin de que sus células pudieran desintegrarse para “alimentar nuevas formas de vida”. Pensaba así mismo que sus ideas, al igual que su cuerpo, se encontraban embalsamadas y que sembrarlo era un gesto para simbolizar la intención de que sus ideas florecieran. [Gloria Gaitán Jaramillo, “Bolívar tuvo un caballo blanco, mi papá un Buick”. 1998]

O malogró su lecho la repentina escarcha
» Sandra Castro Santos
» Maqueta intervenida de la sala principal de la casa de J. E. Gaitán y su familia, 2019
» Cartón, madera, plástico y arroz
Yo me puse a llorar como una bendita cuando retransmitieron el entierro [de Gaitán] por la Nueva Granada; eso como que estaba tuquio de gente. A mí me hubiera gustado atisbar por un rotico, cómo sería eso… No cabían las coronas. Los periódicos dijeron que había flores hasta pa’ tirar pa’ lo alto. La gentecita pobre dizque llevaba lo que tenía. Una viejecita se apareció con una taza de arroz, imagínese. Eso pa’ qué… [Albalucía Ángel, “Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón”. 1975]

O malogró su lecho la repentina escarcha
» Sandra Castro Santos
» Maqueta intervenida de la sala principal de la casa de J. E. Gaitán y su familia, 2019
» Cartón, madera, plástico y arroz
Yo me puse a llorar como una bendita cuando retransmitieron el entierro [de Gaitán] por la Nueva Granada; eso como que estaba tuquio de gente. A mí me hubiera gustado atisbar por un rotico, cómo sería eso… No cabían las coronas. Los periódicos dijeron que había flores hasta pa’ tirar pa’ lo alto. La gentecita pobre dizque llevaba lo que tenía. Una viejecita se apareció con una taza de arroz, imagínese. Eso pa’ qué… [Albalucía Ángel, “Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón”. 1975]

O malogró su lecho la repentina escarcha
» Sandra Castro Santos
» Maqueta intervenida de la sala principal de la casa de J. E. Gaitán y su familia, 2019
» Cartón, madera, plástico y arroz
Yo me puse a llorar como una bendita cuando retransmitieron el entierro [de Gaitán] por la Nueva Granada; eso como que estaba tuquio de gente. A mí me hubiera gustado atisbar por un rotico, cómo sería eso… No cabían las coronas. Los periódicos dijeron que había flores hasta pa’ tirar pa’ lo alto. La gentecita pobre dizque llevaba lo que tenía. Una viejecita se apareció con una taza de arroz, imagínese. Eso pa’ qué… [Albalucía Ángel, “Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón”. 1975]

O malogró su lecho la repentina escarcha
» Sandra Castro Santos
» Maqueta intervenida de la sala principal de la casa de J. E. Gaitán y su familia, 2019
» Cartón, madera, plástico y arroz
Yo me puse a llorar como una bendita cuando retransmitieron el entierro [de Gaitán] por la Nueva Granada; eso como que estaba tuquio de gente. A mí me hubiera gustado atisbar por un rotico, cómo sería eso… No cabían las coronas. Los periódicos dijeron que había flores hasta pa’ tirar pa’ lo alto. La gentecita pobre dizque llevaba lo que tenía. Una viejecita se apareció con una taza de arroz, imagínese. Eso pa’ qué… [Albalucía Ángel, “Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón”. 1975]

O malogró su lecho la repentina escarcha
» Sandra Castro Santos
» Maqueta intervenida de la sala principal de la casa de J. E. Gaitán y su familia, 2019
» Cartón, madera, plástico y arroz
Yo me puse a llorar como una bendita cuando retransmitieron el entierro [de Gaitán] por la Nueva Granada; eso como que estaba tuquio de gente. A mí me hubiera gustado atisbar por un rotico, cómo sería eso… No cabían las coronas. Los periódicos dijeron que había flores hasta pa’ tirar pa’ lo alto. La gentecita pobre dizque llevaba lo que tenía. Una viejecita se apareció con una taza de arroz, imagínese. Eso pa’ qué… [Albalucía Ángel, “Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón”. 1975]

Diagrama
» Colectivo Buffet Artístico “Los serios” (Kanek Gutiérrez Vásquez, Fernando Domínguez y Esteban Gil Reyes)
» Dibujo sobre servilleta, 2019
» 15cm X 15cm
Cada una de las tres perspectivas históricas solo es justificada sobre un determinado fundamento y en un clima específico. En cualquier otro, se transforma en una hierba devastadora. El hombre que aspira a lo grande, si es que necesita del pasado, se apodera de éste por medio de la Historia monumental. Quien, por el contrario, anhela permanecer dentro de lo habitual y añejo, cuida del pasado a modo de un historicista anticuario y solo aquel que esta oprimido por un malestar presente, y que desea a toda costa desembarazarse de esa carga, siente necesidad de una historia crítica, es decir, de una Historia que juzga y condena. Muchos males brotan del transplante indolente de las hierbas: el crítico sin angustia, el anticuario sin pietas, el conocedor de lo grande sin aptitud para lo grande, son tales plantas devenidas hierbas malas, extraídas de su suelo materno y, en consecuencia degeneradas. [F. Nietzsche, “Segunda consideración intempestiva. Sobre la utilidad y los inconvenientes de la Historia para la vida”. 1874]

Tejo (disco metálico para el deporte del mismo nombre)
» Fabricante desconocido, 1929 ca.
» Metal fundido
» 4cm (altura), 9cm (diámetro)
Darío Samper, en un recorte que hace parte de los álbumes que heredé de mi madre, hace un perfil de mi padre que he considerado importante transcribir casi en su totalidad. Dice Darío Samper: “El niño tiene una infancia ingrata. Un poco triste y amarga como la de León Trotzky. Desde la escuela comienza a ver la desigualdad de los unos –los niños ricos, con sus vestidos nuevos– contra los otros –los niños pobres, con los zapatos rotos y deslustrados–. Después viene el colegio de segunda enseñanza y luego la universidad. Allí se acentúan más fuertemente los relieves de la desigualdad. Este es un muchacho pálido, fino de líneas, con ojos duros. Ya comienza a discutir y por eso le odian. Además, suele ir con otros libros y su aparente sabiduría les fastidia. No creen en él. Y esa es su primera lucha. En la casa siempre hay una mirada dulce de la madre que trabaja en una escuela de niños pobres. Es infatigable y tiene un alma afilada como los ojos del hijo. Cuando lo siente por la noche, en su desvelo sobre libros áridos y apenas en el silencio escucha la fatiga del hijo (esta fatiga que todas las madres comprenden), se da cuenta de la batalla y descubre todo ese mundo de pequeñas tragedias interiores que las mujeres intuyen por rastros apenas perceptibles. Luego vienen unos días de política, hay luchas de liberales y conservadores y el muchacho se lanza a la plaza pública y va de pueblo en pueblo dando conferencias. Tiene una voz metálica y emplea un lenguaje categórico. Casi nunca habla de otros más que de sus compañeros: los obreros. Porque ya el muchacho es un líder proletario. Quiere justicia social y le saltan las palabras del propio subconsciente, a través del recuerdo del niño triste y del colegial con pan escaso. No tiene propiamente amigos, y ya es lo que siempre habrá de ser a pesar de su popularidad a los treinta años: un solitario. Se le oye en los estrados de la justicia, y su arrogancia, su fe y sus afirmaciones ideológicas arrebatan a las multitudes. Los hombres ricos le miran con recelo y comienzan a temerle. Ahora su lengua es más áspera y un poco más amarga, pide la revolución y su figura se destaca en las tribunas, frente al pueblo con los brazos amenazantes y los ojos duros, como los del niño triste, como los del colegial pobre: ojos de metal, de cuchillo, de pica”. [Gloria Gaitán Jaramillo, “Bolívar tuvo un caballo blanco, mi papá un Buick…”. 1998]

Portón del Edificio “Agustín Nieto” que estuvo situado en la esquina de la carrera séptima con avenida Jiménez en Bogotá. En ese edificio se encontraba la oficina de abogado de Jorge Eliécer Gaitán.
Cuando estaba en Bogotá, Gaitán observaba un horario estricto. Llegaba a su oficina a las 8:30 a.m. y repartía su tiempo entre la profesión y la política. De 11 a 12 recibía políticos liberales y gaitanistas. A mediodía pasaba de su oficina al salón de recepción donde recibía a todo el mundo que quisiera hablarle. Los políticos sabían que era inaccesible para ellos en la primera hora de la tarde. Entre la 1 y la 1:30 salía de la oficina para almorzar, en su casa o en uno de los restaurantes de la ciudad. Regresaba por lo general hacia las 3. Dedicaba las horas de la tarde a su práctica profesional, e iba a menudo a los juzgados. Después de las 6 volvía a reunir a sus asesores para planear las actividades políticas del día siguiente. Ese día, 9 de abril de 1948, seguía su acostumbrado horario, pese a haber llegado a su casa a las 4 de la mañana, después de ganar el juicio del teniente Cortés Poveda. Llegó a su oficina antes de las 9 y para antes de la 1 ya había terminado de atender las quejas y los problemas de los pobres de Bogotá. El almuerzo estaba listo en su casa, pero Plinio Mendoza Neira lo había invitado al Continental. Mendoza Neira no siempre había sido gaitanista. Se sumó al movimiento después de las elecciones de marzo de 1947, pero de ahí en adelante nunca se alejó de su lado. Los dos estaban acompañandos por tres de sus amigos más fieles: Alejandro Vallejo, codirector de Jornada, Jorge Padilla, tesorero de Bogotá y frecuente colaborador del periódico, y Pedro Eliseo Cruz, un eminente médico bogotano y senador gaitanista por Cundinamarca. Gaitán tenía una cita a las 3 de la tarde con Fidel Castro, un joven cubano que se encontraba en Bogotá como delegado a un congreso de estudiantes universitarios latinoamericanos que había sido programado para coincidir con la Conferencia Panamericana. Se habían conocido unos días antes. Estaba desusadamente eufórico al salir de la oficina. Su sorprendente victoria forense lo había convencido de que debía publicar un libro con sus intervenciones como abogado. Él y Mendoza Neira iban adelante por el estrecho y corto corredor que separaba el ascensor de la calle. Los otros tres venían inmediatamente atrás. A su derecha, Mendoza Neira, lo tomó del brazo. Charlaban mientras salían a la calle. Era la una y cinco minutos de la tarde. Sonaron tres disparos. Luego un cuarto. Mendoza Neira vio frente a ellos un hombre con un revólver. Vallejo también lo vio. “Demostraba un perfecto dominio sobre si mismo… En sus ojos había una mirada de odio inconfundible”. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

El instante de las cosas
» Alirio Cruz Cabrera
» Frame del video que registra la acción del artista en la Casa Museo Jorge Eliécer Gaitán, 2019
No todos quisieron volcarse contra el agresor. Al otro lado de la calle hombres y mujeres lloraban mientras miraban el sitio donde había caído Gaitán. Josué Gómez Eslava, un pequeño comerciante de 29 años, empapó su pañuelo en la sangre de Gaitán. Mariano López Lucas, un abogado y refugiado de la guerra civil española, estalló en lágrimas cuando mojó su pañuelo en la sangre del jefe. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

El instante de las cosas
» Alirio Cruz Cabrera
» Frame del video que registra la acción del artista en la Casa Museo Jorge Eliécer Gaitán, 2019
No todos quisieron volcarse contra el agresor. Al otro lado de la calle hombres y mujeres lloraban mientras miraban el sitio donde había caído Gaitán. Josué Gómez Eslava, un pequeño comerciante de 29 años, empapó su pañuelo en la sangre de Gaitán. Mariano López Lucas, un abogado y refugiado de la guerra civil española, estalló en lágrimas cuando mojó su pañuelo en la sangre del jefe. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]

Tumba de Jorge Eliecer Gaitán en uno de los jardines del Edificio Exploratorio, contiguo a la Casa Museo J. E. Gaitán
¿Quiénes integraron las muchedumbres del Bogotazo? La muchedumbre representaba un corte de todas las capas sociales e incluía obreros de pequeñas fábricas, empleados y autoempleados, profesionales de clase media, empleados del Estado y del municipio, obreros de la empresa de energía eléctrica, de los teléfonos, del acueducto, conductores de tranvías y taxis, trabajadores de los ferrocarriles, artesanos, carpinteros y obreros independientes de la construcción, canteros y albañiles, porteros y celadores de edificios, policías, vendedores ambulantes y loteros, peluqueros, empleados de cafés, limpiabotas, barrenderos, prostitutas y criminales. Las vendedoras de las plazas de mercado formaron grupos que enarbolaban banderas y encabezaron el ataque contra varios edificios. [Herbert Braun, “Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia”. 1985]
Así mismo insiste [Gaitán] en que la campaña del Movimiento Gaitanista, bajo las banderas de “la Restauración Moral y Democrática de la República” no es un problema de elecciones sino un proceso en la búsqueda de una revolución. “¡En pie vosotros los oprimidos y engañados de siempre! ¡En pie vosotros los burlados de todas las horas! ¡En pie vosotros los macerados, como yo, a quien la fortuna y un divino ser –del cual ahora me acuerdo– [se refiere a su madre, doña Manuelita Ayala] me dieron las fuerzas para esta batalla! ¡En pie vosotros, que yo os juro que en el momento de peligro, cuando la orden de batalla haya que darla, yo no me quedaré en mi biblioteca, sabed que el signo de esa batalla será mi presencia en las calles a la cabeza de vosotros”. El signo de esa batalla se dio cuando presidió la Manifestación del Silencio el 7 de febrero de 1948. Era solo el comienzo y así lo entendió la oligarquía que optó por asesinarlo. [Gloria Gaitán Jaramillo, “Bolívar tuvo un caballo blanco, mi papá un Buick”. 1988]

Instalación del costurero en la sala principal de la Casa Museo J. E. Gaitán Abril, mes de las víctimas, aquí estamos
» Tela bordada a mano y aplicaciones con tela sobre tela antifluido, 2019
» Colectivo Unión de Costureros, Virgelina Chará (líder comunitaria y defensora de Derechos Humanos) y Ana Milena Gómez (artista plástica)
» 1,60m X 3m
El 9 de abril de 2019 el colectivo Unión de Costureros, Virgelina Chará y Ana Milena Gómez invitaron a los visitantes de la Casa Museo J. E. Gaitán a participar en la elaboración de una pieza textil en homenaje a las victimas del conflicto armado colombiano y a mantener una conversación como ejercicio de memoria individual y colectiva.

Instalación del costurero en la sala principal de la Casa Museo J. E. Gaitán Abril, mes de las víctimas, aquí estamos
» Tela bordada a mano y aplicaciones con tela sobre tela antifluido, 2019
» Colectivo Unión de Costureros, Virgelina Chará (líder comunitaria y defensora de Derechos Humanos) y Ana Milena Gómez (artista plástica)
» 1,60m X 3m
El 9 de abril de 2019 el colectivo Unión de Costureros, Virgelina Chará y Ana Milena Gómez invitaron a los visitantes de la Casa Museo J. E. Gaitán a participar en la elaboración de una pieza textil en homenaje a las victimas del conflicto armado colombiano y a mantener una conversación como ejercicio de memoria individual y colectiva.

Instalación del costurero en la sala principal de la Casa Museo J. E. Gaitán Abril, mes de las víctimas, aquí estamos
» Tela bordada a mano y aplicaciones con tela sobre tela antifluido, 2019
» Colectivo Unión de Costureros, Virgelina Chará (líder comunitaria y defensora de Derechos Humanos) y Ana Milena Gómez (artista plástica)
» 1,60m X 3m
El 9 de abril de 2019 el colectivo Unión de Costureros, Virgelina Chará y Ana Milena Gómez invitaron a los visitantes de la Casa Museo J. E. Gaitán a participar en la elaboración de una pieza textil en homenaje a las victimas del conflicto armado colombiano y a mantener una conversación como ejercicio de memoria individual y colectiva.

Instalación del costurero en la sala principal de la Casa Museo J. E. Gaitán Abril, mes de las víctimas, aquí estamos
» Tela bordada a mano y aplicaciones con tela sobre tela antifluido, 2019
» Colectivo Unión de Costureros, Virgelina Chará (líder comunitaria y defensora de Derechos Humanos) y Ana Milena Gómez (artista plástica)
» 1,60m X 3m
El 9 de abril de 2019 el colectivo Unión de Costureros, Virgelina Chará y Ana Milena Gómez invitaron a los visitantes de la Casa Museo J. E. Gaitán a participar en la elaboración de una pieza textil en homenaje a las victimas del conflicto armado colombiano y a mantener una conversación como ejercicio de memoria individual y colectiva.

Instalación del costurero en la sala principal de la Casa Museo J. E. Gaitán Abril, mes de las víctimas, aquí estamos
» Tela bordada a mano y aplicaciones con tela sobre tela antifluido, 2019
» Colectivo Unión de Costureros, Virgelina Chará (líder comunitaria y defensora de Derechos Humanos) y Ana Milena Gómez (artista plástica)
» 1,60m X 3m
El 9 de abril de 2019 el colectivo Unión de Costureros, Virgelina Chará y Ana Milena Gómez invitaron a los visitantes de la Casa Museo J. E. Gaitán a participar en la elaboración de una pieza textil en homenaje a las victimas del conflicto armado colombiano y a mantener una conversación como ejercicio de memoria individual y colectiva.

Instalación del costurero en la sala principal de la Casa Museo J. E. Gaitán Abril, mes de las víctimas, aquí estamos
» Tela bordada a mano y aplicaciones con tela sobre tela antifluido, 2019
» Colectivo Unión de Costureros, Virgelina Chará (líder comunitaria y defensora de Derechos Humanos) y Ana Milena Gómez (artista plástica)
» 1,60m X 3m
El 9 de abril de 2019 el colectivo Unión de Costureros, Virgelina Chará y Ana Milena Gómez invitaron a los visitantes de la Casa Museo J. E. Gaitán a participar en la elaboración de una pieza textil en homenaje a las victimas del conflicto armado colombiano y a mantener una conversación como ejercicio de memoria individual y colectiva.

Instalación de una tela en el Edificio Exploratorio, contiguo a la Casa Museo J. E. Gaitán, elaborada por el colectivo Unión de Costureros. La tela formó parte del Arropamiento del Monolito en el Centro de Memoria Paz y Reconciliación de Bogotá en septiembre de 2018
» Colectivo Unión de Costureros y Ana Milena Gómez
» Tela bordada a mano y aplicaciones con tela sobre tela antifluido
» Dimensiones: 4,40m X 12m
A través del tejido hombres y mujeres pertenecientes a los distintos costureros ha podido hacer frente al dolor. “Este proceso nos ha permitido encontrarnos. Es como conversar con la tela, la aguja y el hilo, es como si escribieramos un libro, pero lo hacemos con hilos de colores”.

Instalación de una tela en el Edificio Exploratorio, contiguo a la Casa Museo J. E. Gaitán, elaborada por el colectivo Unión de Costureros. La tela formó parte del Arropamiento del Monolito en el Centro de Memoria Paz y Reconciliación de Bogotá en septiembre de 2018
» Colectivo Unión de Costureros y Ana Milena Gómez
» Tela bordada a mano y aplicaciones con tela sobre tela antifluido
» Dimensiones: 4,40m X 12m
A través del tejido hombres y mujeres pertenecientes a los distintos costureros ha podido hacer frente al dolor. “Este proceso nos ha permitido encontrarnos. Es como conversar con la tela, la aguja y el hilo, es como si escribieramos un libro, pero lo hacemos con hilos de colores”.

Instalación de una tela en el Edificio Exploratorio, contiguo a la Casa Museo J. E. Gaitán, elaborada por el colectivo Unión de Costureros. La tela formó parte del Arropamiento del Monolito en el Centro de Memoria Paz y Reconciliación de Bogotá en septiembre de 2018
» Colectivo Unión de Costureros y Ana Milena Gómez
» Tela bordada a mano y aplicaciones con tela sobre tela antifluido
» Dimensiones: 4,40m X 12m
A través del tejido hombres y mujeres pertenecientes a los distintos costureros ha podido hacer frente al dolor. “Este proceso nos ha permitido encontrarnos. Es como conversar con la tela, la aguja y el hilo, es como si escribieramos un libro, pero lo hacemos con hilos de colores”.

Instalación de una tela en el Edificio Exploratorio, contiguo a la Casa Museo J. E. Gaitán, elaborada por el colectivo Unión de Costureros. La tela formó parte del Arropamiento del Monolito en el Centro de Memoria Paz y Reconciliación de Bogotá en septiembre de 2018
» Colectivo Unión de Costureros y Ana Milena Gómez
» Tela bordada a mano y aplicaciones con tela sobre tela antifluido
» Dimensiones: 4,40m X 12m
A través del tejido hombres y mujeres pertenecientes a los distintos costureros ha podido hacer frente al dolor. “Este proceso nos ha permitido encontrarnos. Es como conversar con la tela, la aguja y el hilo, es como si escribieramos un libro, pero lo hacemos con hilos de colores”.

Instalación de una tela en el Edificio Exploratorio, contiguo a la Casa Museo J. E. Gaitán, elaborada por el colectivo Unión de Costureros. La tela formó parte del Arropamiento del Monolito en el Centro de Memoria Paz y Reconciliación de Bogotá en septiembre de 2018
» Colectivo Unión de Costureros y Ana Milena Gómez
» Tela bordada a mano y aplicaciones con tela sobre tela antifluido
» Dimensiones: 4,40m X 12m
A través del tejido hombres y mujeres pertenecientes a los distintos costureros ha podido hacer frente al dolor. “Este proceso nos ha permitido encontrarnos. Es como conversar con la tela, la aguja y el hilo, es como si escribieramos un libro, pero lo hacemos con hilos de colores”.
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Cincelar la imagen del propio futuro
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A las cosas hay que llamarlas por su nombre