El público se deleitaró con el encanto de la guitarra de Ricardo Cuadros y la Filarmónica de Bogotá, un concierto con obras de James Díaz, Blas Emilio Atehortúa y Felix Mendelssohn.

NOTAS AL PROGRAMA

Por: Carolina Conti

El compositor y músico electroacústico James Díaz estudió con Gustavo Parra y Harold Vásquez en el Conservatorio de Música de la Universidad Nacional de Colombia, donde aprendió las técnicas compositivas de la música orquestal y de la música electroacústica. Gracias al apoyo del director Baldur Brönimann, quien fue el director de la Orquesta Sinfónica Nacional durante un tiempo, pudo estrenar algunas de sus obras. En 2015, Díaz ganó el Premio Nacional de Música en Composición del Ministerio de Cultura de Colombia con su “Concierto para trío de percusión y orquesta Luces de Saturno”. En 2016 inició su maestría en composición en el Manhattan School of Music, donde por sus logros sobresalientes en composición y teoría musical, recibió los premios Nicolas Flagello y Saul Braverman.

Más adelante, Díaz inició un doctorado en composición en la Universidad de Pensilvania gracias a la Beca Benjamin Franklin. En su obra confluyen la tradición musical académica, la arquitectura posmodernista, la naturaleza latinoamericana, el minimalismo y la fotografía. “Frack [in] G” hace referencia, por un lado, a la manera cómo se distinguen las obras musicales (que en español sería “Frack en sol”); y por otro, alude directamente a la técnica de fracturación hidráulica utilizada para la extracción del gas y petróleo del subsuelo empleada por compañías estadounidenses y canadienses, y que trae como consecuencia la contaminación del aire y del agua. La obra se asemeja a la técnica de fracturación en su estructura y el desarrollo. Esta obra ganó el Premio de composición en formato sinfónico de la Filarmónica de Bogotá en 2018.

Por: Ellie Anne Duque

El compositor antioqueño Blas Emilio Atehortúa inicia el catálogo de su obra con “Cuatro preludios para órgano” compuestos en 1957, en Medellín. En la capital antioqueña había adelantado estudios de composición con los maestros Bohuslav Harvanek, Andrés Rosa y Joseph Matza. Desde 1959 y hasta 1963, ingresó al programa de estudios superiores del Conservatorio Nacional en Bogotá. Allí adelantó estudios con Fabio González Zuleta, José Rozo Contreras y Olav Roots.

De su primer año en el Conservatorio datan dos “Quintetos para vientos” (Op. 2 y 4), una “Pieza-Concierto para cuerdas” (Op.3). Pero la experiencia definitiva en su formación la obtuvo en el Instituto Torcuato Di Tella, de Buenos Aires, en donde tuvo contacto con las corrientes más variadas de las tendencias de la composición contemporánea. Desde el atonalimo al neoclasicismo, pasando por la música electrónica, Atehortúa demostró que poseía el oficio y la imaginación suficientes para enfrentarse con éxito a los retos de la creación musical.

La “Obertura festiva” data de 1994 y fue comisionada por la Universidad de Northern Colorado para el Festival de Orquestas Sinfónicas Universitarias y está dedicada al director David Mackenzie. Se inicia con una melodía extensa y abstracta en la cuerda y a medida que avanza la obertura, se escuchan secciones contrastantes en lo sonoro, en medio de un discurso activo que evoca el lenguaje armónico de Shostakóvich, autor de una obra del mismo título. Si bien es una obra sobria, en todo momento es rítmicamente enfática y sonoramente brillante.

Por: Carolina Conti

Un hombre de muchos talentos, Felix Mendelssohn-Bartholdy tuvo la fortuna de recibir una sólida formación académica. Siendo aún niño, tomaba lecciones de música y paralelamente asistía a los cursos de Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Alexander von Humboldt en la Universidad de Berlín. Sus múltiples intereses fueron fuente de inspiración para sus obras musicales. Amaba la literatura, los idiomas, dibujaba y era un apasionado de los viajes. Por ejemplo, las obras literarias de James McPherson y Walter Scott, despertaron su interés por visitar Escocia. De ese viaje surgieron obras como la “Sinfonía No. 3 Escocesa” o la obertura “Las Hébridas”.

En 1830 emprendió otro viaje, esta vez inspirado en parte por el relato “Viaje a Italia” de Johann Wolfgang von Goethe. La inagotable riqueza artística del país, su clima, su naturaleza causaron un gran impacto en el compositor que plasmó sus emociones en cartas a sus amigos y también en una serie de acuarelas de distintos paisajes italianos. Pero la música de esa nación no fue del todo de su agrado. Las tonadas populares no llamaron su atención y encontró que las orquestas locales tenían un nivel deficiente. Sin embargo, la experiencia en este periplo dió como fruto la “Sinfonía No. 4 en la mayor, Op. 90” que lleva el nombre de “Italiana”. Al exuberante Allegro vivace del primer movimiento le sigue un Andante con moto, que para algunos musicólogos representa la una procesión religiosa en Roma a la que el compositor hace referencia en sus cartas. El tercer movimiento, Con moto moderato recuerda a Mozart y Haydn, y la sinfonía termina con un Saltarello presto que hace referencia al saltarello y la tarantella, dos alegres danzas populares italianas.

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Notas cortesía de la Orquesta Filarmónica de Bogotá.